jueves, 1 de diciembre de 2011

Breve Historia Del Mundo, de Ernst H. Gombrich

La lectura obligatoria para 4º ESO es Breve Historia del Mundo, de Ernst H. Gombrich.
Un libro que hace un particular recorrido por la Historia de la Humanidad, de una forma distendida, poco académica. 
Una vez leído tendréis que entregar un comentario del libro en un  máximo de dos caras de folio. No se trata de que resumáis uno a uno los capítulos (algo que llevaría mucho más espacio), sino de que elaboréis algo más personal, destacando las principales aportaciones y cosas que más os interesaron. Obviamente, debe quedar claro que os habéis leído el libro. También realizaremos un examen de preguntas cortas.
Esta reseña ofrece alguna información extra:



Éste es, en realidad, un libro dirigido a los más jóvenes aunque depare momentos de placentera lectura a un público amplísimo. Su autor lo había dedicado a su hija en 1935, y, gracias a su relativamente reciente publicación hoy podemos comprobar que no ha perdido actualidad en lo más mínimo.
 La obra, a pesar de la brevedad de su contenido, proporciona una síntesis completa del acontecer humano. Tanto es así, que resulta sumamente recomendable para quienes van a ingresar  a la Universidad para acercarse a  distintas disciplinas humanísticas. De hecho ha sido utilizado en diversos cursos de Historia de la Cultura, del Arte y de la Arquitectura a la manera de una fuente de consulta básica con excelentes resultados y una buena acogida por parte de los estudiantes. Esto se debe, tal vez, a que proporciona un amplio panorama - mediante un relato interesante y no carente de humor- que permite al estudiante armar la trama histórica de base que lo orientará y sobre el que más tarde podrá ir profundizando en diferentes aspectos de la cultura.
En lenguaje coloquial se dirige a la destinataria original, su hija Elsie, como en una larga carta en la que relata la historia del hombre desde La Prehistoria hasta la actualidad. Debemos recordar que fue escrito en 1935, es decir, hasta antes de la Segunda Guerra Mundial.
Comienza el libro, como toda narración, con un “Érase una vez” que da el nombre al primer capítulo, y continúa en el mismo tono a través de toda la obra.  El capítulo final narra los hechos de los que el mismo autor fue testigo directo o indirecto, desde la Inglaterra en la que vivió como inmigrante. (Él era vienés, de origen judío). De modo que sus apreciaciones sobre los cambios operados en el mundo desde 1918 se señalan desde la perspectiva de la propia experiencia, y resultan sumamente atractivos para un joven de nuestro tiempo al que le resulta difícil imaginarse una vida sin televisión,  sin ordenadores o sin energía nuclear.
Pero no se trata sólo de una crónica de lo acontecido, sino que aparece el juicio crítico del historiador cuando va intercalando el análisis profundo de los hechos del pasado y los modos en que éstos han afectado a los más diversos aspectos de nuestra existencia, siempre en su estilo ameno y accesible..
Tampoco faltan la crítica social ni la reflexión moral. En el primer caso puede mencionarse como ejemplo la lucidez y la claridad con que expone la problemática de la Revolución Industrial. En el segundo, nos ha impresionado el dramatismo con que relata la época de Hitler, tal vez por la cercanía con nuestro mundo contemporáneo y no podemos dejar de acordar con las ideas del autor acerca del problema del racismo.
Señalábamos más arriba al humor como uno de los rasgos característicos de este trabajo, así como la reflexión sobre la historia como disciplina.
El ejemplo que aportaremos deberá buscarlo el lector en uno de los capítulos dedicados a la cultura china- segmento interesante para nosotros los occidentales que sentimos una gran curiosidad por esa cultura misteriosa- y que se lee con una sonrisa. Gombrich narra allí una anécdota referida a un gobernante – al que se refiere como “Un enemigo de la historia”- Él quería perdurar como el hacedor de todo lo que en su país existía. Para tal fin ordenó destruir toda realización anterior, pues pretendía crear un nuevo orden y que toda China fuera obra suya. Construyó grandes obras e inició una particularmente grandiosa: La Gran Muralla. Sin embargo él no logró gobernar por mucho tiempo y le sucedió una dinastía que ya no era enemiga de la historia. Estos nuevos príncipes recuperaron los escritos que algunas personas habían conservado en secreto. Y entonces recuperaron también la memoria. Desde las enseñanzas de Confucio hasta las obras mismas de aquel emperador.
La reflexión con que finaliza el capítulo es: “Probablemente no sirve de nada prohibir la historia a uno mismo y a los demás. Quien quiera hacer algo nuevo debe conocer profundamente lo antiguo”.
Otros méritos no menores del libro lo constituyen un índice muy detallado y estructurado de modo que resulta sumamente práctico para la consulta,  y unas ilustraciones que son dibujos del propio autor, entre las que se encuentran mapas y escenas de la vida cotidiana.
(Reseña obtenida de shvoong.com)
Puedes acceder a este libro aquí abajo


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